sábado, 7 de junio de 2014

La cultura y la pobreza



 
Nuestra cultura distorsiona la Naturaleza de varias formas, una de las cuales consiste en generar normas, prejuicios, leyendas, que estimulan el enriquecimiento de unos pocos sin quitarle placer a la mayoría.

— Los que menos tienen son los que más dan (bienes, dinero, su tiempo).

— Los que más tienen son los más tacaños, avaros, egoístas y mezquinos.

Estas dos aseveraciones son propias de nuestra especie. Con diferente grado de convicción, son dichas por casi todos.

Este dato de la realidad podría ser interpretado de, por lo menos, dos maneras:

a) Los pobres son más generosos y humanitarios que los ricos o, simplificando en extremo, «los pobres son más buenos que los ricos»; y

b) Los pobres son más ignorantes de sus derechos y por eso obedecen con máxima obsecuencia cualquier norma moral que se les haga saber. Si a un pobre se le dice que debe seguir las enseñanzas de Jesús, es muy probable que lo haga con mayor sumisión que un rico que conoce sus derechos.

De estas conclusiones podríamos sacar otra: los pobres son pobres porque son obedientes y los ricos son ricos porque son desobedientes.

Esto también podría expresarse diciendo: Los ricos son ricos porque son todos corruptos, amorales y delincuentes, mientras que los pobres son pobres porque tienen una conducta ética y obedecen las normas.

Más aún: alguien podría afirmar que los pobres son confiables, buenos ciudadanos, buenos amigos, buenos padres de familia, mientras que los ricos son exactamente todo lo contrario.

Este conjunto de afirmaciones, creencias, prejuicios, tendrían que agravar la desigualdad económica que suele desvelar a los economistas y a los gobernantes, pues es tan adorable ser pobre y tan vergonzoso ser rico, que para serlo, no solo hay que trabajar mucho y romperse la cabeza, sino además hay que remar contra la corriente de las simpatías populares.

Desde el punto de vista afectivo, ser pobre está subsidiado por la sociedad, recibe un estímulo fuerte, es alentado por la mayoría, compuesta por los mismos pobres y también por quienes consideran que esa clase social abandona recursos materiales que facilitan la apropiación por parte de quienes son y seguirán siendo ricos.

En suma: Nuestra cultura distorsiona la Naturaleza de varias formas, una de las cuales consiste en generar normas, prejuicios, leyendas, que estimulan el enriquecimiento de unos pocos sin quitarle placer a la mayoría.

(Este es el Artículo Nº 2.200)

El erotismo de los tacos altos

 
Los tacos altos, además de favorecer estéticamente el torneado de las piernas femeninas, también colabora en el cambio de estatura oportuna que provoca un estímulo erótico para la situación: ella se excita sintiéndose más pequeña y el también se excita sintiéndose más grande.

Sobre psicología sabemos muy poco. Apenas tenemos algunas nociones.

Como ocurre en todas las ciencias, artes y técnicas, tenemos la sensación de que lo sabemos todo, precisamente porque parte de lo que ignoramos es cuánto nos falta por conocer.

Quiero compartir con usted la tranquilidad de que las ideas más atrevidas que yo (u otros) llegue a trasmitirles pueden ser confirmadas algún día, porque hoy solo son hipótesis que cumplen con la única condición de ser coherentes con lo poco que se sabe.

En el video asociado a este artículo les comento que la pareja humana (probablemente) funciona bien cuando los participantes se comportan de cierta manera.

Esto lo vemos en todas las otras especies de animales: el período de celo, el cortejo, la copulación, se producen siempre de la misma manera. Los humanos pensamos que somos muy creativos si cambiamos de postura, de lugar, de ocasión, de vestimenta, de perfume, de pareja, pero eso nos ocurre así porque somos capaces de percibir hasta los más pequeños detalles de todo lo que nos concierne.

Entre los humanos podemos distinguir diferencias entre millones de ejemplares de nuestra especie, pero tenemos dificultades para saber si un pollo recién nacido es macho o hembra.

La hipótesis que propongo en este artículo y en este video dice que la pareja humana copula cuando la mujer tiene hacia el varón un sentimiento de admiración que se manifiesta en la forma de mirar, de acariciar, de susurrar. La erección del pene forma parte de un fenómeno mayor, consistente en la inflamación orgullosa de todo el cuerpo masculino, incluido su ego.

Agrego además que la moda de usar zapatos con tacos altos tiene, como uno de sus fundamentos, concederle al varón el placer de perder estatura ante él pues descalzándose se achica para que él se sienta más alto, para que se sienta orgulloso y para que, con estos sentimientos, la erección del pene sea poco menos que infalible.

En suma: los tacos altos, además de favorecer estéticamente el torneado de las piernas femeninas, también colabora en el cambio de estatura oportuna que provoca un estímulo erótico para la situación: ella se excita sintiéndose más pequeña y el también se excita sintiéndose más grande.

(Este es el Artículo Nº 2.214)


La erección que no baja



 
La hembra humana en celo inflama al macho para que pueda penetrarla. Esa inflamación puede alcanzar al ego del varón y demorar demasiado tiempo en retomar el estado anterior, complicando así la relación entre cónyuges.

Si los humanos no fuéramos neuróticos todo funcionaría mejor.

La neurosis es una consecuencia del conflicto entre los instintos naturales y las normas sociales. Como la represión de nuestros deseos es perjudicial para la salud mental, terminamos con una cantidad de dificultades adaptativas que denominamos neurosis.

¿Cómo somos?

La mayoría cree que esta pregunta ya tiene una respuesta, pero no es así. Lo que sí tenemos son opiniones de personas o instituciones que han adquirido una merecida o inmerecida fama, pero que no por eso saben la verdad.

En otras palabras: varias personas tienen una voz muy prestigiosa y por eso creemos que sus aseveraciones son verdaderas. Lamentablemente no es así. Esas personas, sus libros, sus conferencias, solo dicen lo que ellas creen por ahora y nosotros lo aprobamos pasivamente, porque nos sirve suponer que la ciencia ha llegado tan lejos como para saber del ser humano.

Lo cierto es que sabemos bastante, pero mucho menos de lo que los prestigiosos nos hacen creer.

Una versión de cómo es la naturaleza con nuestra especie indica que nuestras hembras también son las que, cuando están en celo, convocan a los machos (varones), los endiosan haciendo que se inflamen de orgullo, gracias a lo cual el pene también se inflama (endurece), alcanzando la rigidez necesaria para penetrarlas y depositar el semen en la vagina.

Este artículo refiere precisamente al posterior fenómeno de desinflamación narcisística. Efectivamente, algunos varones padecen una inercia que conspira contra la buena convivencia con la mujer que los excitó.

Efectivamente, si bien casi todos vuelven a tener un pene fláccido, suele no ocurrir lo mismo con los aspectos psicológicos. Esos varones creen que la mujer los endiosó, los idolatró, quedó profundamente enamorada, pero por sus encantos naturales de macho fecundador. Cuando él se confunde de este modo, se convierte en un ser arrogante, que intenta subordinar permanentemente a su compañera.

En suma: si no se desinflama su ego, el señor se convierte en alguien insoportable que tendrá que ser ahuyentado del hogar.

(Este es el Artículo Nº 2.213)


El software adaptativo



 
Con este razonamiento estoy encontrándole algún mérito a la pobreza instintiva que caracteriza a la especie humana.

Si bien todas las especies van mejorando paulatinamente su genética, adaptándose a los cambios climáticos o ambientales, la velocidad y profundidad de adaptación de los humanos es mucho mayor porque nuestra cultura, actuando como una segunda naturaleza (siendo que la primera nos determina anatómica y fisiológicamente, así como también en la forma de reaccionar típica del animal humano), actuando como una segunda naturaleza (repito), nos determina cómo debemos comportarnos más precisamente en cada lugar y en cada época en que nacemos.

Ese aprendizaje es:

1) Por imitación, pues somos imitadores, aplicamos aquel consejo que dice «A donde fueres, haz lo que vieres»;

2) Por ensayo y error, pues cuando necesitamos algo de la naturaleza (en la que están incluidos los demás seres humanos), hacemos pruebas, intentos, ensayos, que luego, instintivamente, repetimos cuando dieron resultados, o modificamos en los aspectos que requieran mejoría o desechamos cuando el fracaso es total;

3) Por aprendizaje sistemático, tomando lecciones de quienes tienen por oficio enseñar ciencias, artes, técnicas, habilidades. En este caso, la humanidad cuenta con sistemas educativos que tienen por misión perfeccionar la adaptación al medio de los individuos que así lo requieran.

Por lo tanto, con esta metáfora del software adaptativo que propuse en el video asociado a este artículo, comparto con ustedes un punto de vista que intenta explicar cómo funcionamos como especie, en tanto por un lado disponemos de un menú de instintos básicos muy precario, pero que, por otro lado, nos las ingeniamos para complementarlo mediante formaciones culturales que nos permiten adaptarnos mejor que los demás seres vivos a casi cualquier hábitat, época, contexto socio-económico, religioso, político, lingüístico.

Vale la pena señalar también que la utilización de esas tres modalidades de aprendizaje es obligatoria, coercitiva, impuesta por la necesidad de complementar «el menú de instintos básicos» y por la necesidad de integrarnos socialmente a la cultura donde habitemos.

(Este es el Artículo Nº 2.217)