martes, 5 de abril de 2011

Problemas económicos y/o sexuales

La sexualidad está presente en los aspectos más importantes de nuestra existencia. Es su eje.

He creado este blog donde se encuentran los artículo que argumentan a favor de la hipótesis según la cual el ser humano (y cualquier otro ser vivo) tiene por única misión conservarse él y la especie.

Sin embargo esta propuesta no es coherente con las hipótesis reunidas en otro blog (1) y que fundamentan la idea de que el libre albedrío no existe porque estamos totalmente determinados por factores ajenos a nuestro control (genéticos, geográficos, culturales, etc.).

En otra palabras, si el ser humano tiene por lo menos una misión (conservar la especie), entonces tiene algo para decidir, lo cual no puede ser.

Para conciliar ambos conceptos correspondería decir que ni siquiera tenemos la misión de conservar la especie porque la naturaleza nos impone el deseo sexual reproductivo, nos obliga a buscar alivio de los dolores y curación de las enfermedades.

En este contexto de conservación de la especie y determinismo, los humanos tenemos el siguiente desempeño.

— Los senos maternos fijan en cada uno de nosotros las primeras sensaciones de bienestar asociadas a la sobrevivencia (conservación de la especie);

— Los senos dejan de alimentarnos y esa carencia nos instala una sensación de incompletud inespecífica, genérica, inefable, que denominamos deseo;

— La condición de carencia inespecífica, genérica e inefable permite suponer que la leche materna (objeto perdido) puede ser representada en la vida adulta por el dinero porque también satisface genéricamente nuestras carencias;

— Tanto la felación (2) como besar los senos, evocan nuestra lactancia y forman parte de las prácticas sexuales adultas.

Conclusión: si existe un vínculo entre nuestro deseo (lactancia perdida), el dinero como símbolo de la leche materna y la sexualidad adulta, entonces los problemas económicos pueden estar vinculados a los problemas sexuales.

(1) Libre albedrío y determinismo

(2) La felación lactante

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Los monos degenerados

Es probable que estemos creyendo en teorías que pregonan sólo buenas noticias sobre las virtudes y defectos de la especie humana. Sin caer en un pesimismo absurdo, ¿no estaremos dejando de lado datos conocidos pero que molestan demasiado?

Sigo afirmando (1) —hasta que aparezca alguien que oficie de mesías y me ilumine con otras ideas—, que hombres y mujeres podríamos pertenecer a especies diferentes.

El rasgo que más nos emparenta es que nuestra unión sexual es exclusiva a los efectos reproductivos. Nadie más que un varón puede fecundar a una mujer (aislamiento reproductivo).

Por lo tanto, pertenecer a la misma especie surge de un criterio reproductivo, que es importantísimo —no podría negarlo—, pero es probable que le demos más importancia que la que tiene.

Las demás especies mamíferas se reproducen siguiendo los ciclos de fertilidad de las hembras (celo), pero los humanos carecemos de ese factor determinante, razón por la cual estamos permanentemente interesados en los asuntos sexuales porque nuestra única misión es conservar la especie (aunque los omnipotentes hiperactivos se crean responsables de salvar a la humanidad no sabemos bien de qué).

Nuestra pobreza instintiva nos convierte en la especie menos evolucionada. Las que por evolución milenaria ya han logrado el máximo de eficacia con el mínimo esfuerzo, no tienen dudas, ni neurosis, ni mecanismos de defensa que los vuelvan caóticos, descontrolados, homicidas, depredadores del medio ambiente.

Hasta podríamos decir que, si fuera verdadera la teoría de Charles Darwin, no descendemos de los monos sino que somos una mutación genética degenerada de ellos. Por eso tenemos que aprender todo desde cero, demoramos cerca de tres décadas en adquirir la madurez para reproducirnos y para colmo, dependemos de los cuidados paternales de los Estados (seguridad, salud, subsidios por desempleo o deterioro).

(1) Una hipótesis de lo peor

Nadie es mejor que mi perro

Ya sé por qué no me entiendes

Ser varón es más barato


Los orgasmos inútiles

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La mujer simboliza lo que no queremos aceptar

Los feministas en realidad luchan para que los humanos aceptemos la falta, carencia, ausencia, como un estímulo para seguir viviendo.

Por más que le doy vueltas en mi cabeza, termino concluyendo (hasta que alguien me demuestre lo contrario), que valorativamente hombres y mujeres no somos iguales ante la naturaleza.

La mujer aporta a la conservación de la especie un 70% y los varones un 30% (1).

Claro que todo esto debe considerarse dentro de una cierta ideología. En mi caso esa ideología dice que la única misión que tenemos los seres vivos (humanos incluidos) es la de conservar la propia especie: sólo esa misión.

Por eso, desde este punto de vista, la mujer cuenta con una anatomía que logra gestar a un nuevo ejemplar y —como si eso fuera poco—, es capaz de alimentarlo con su propio cuerpo.

Supongo que estaré próximo a cambiar de tema porque ya he escrito dos o tres artículos (2) seguidos sobre la importancia de la falta, la carencia, la ausencia para despertar nuestras necesidades y deseos que estimulen el fenómeno vida (sin el cual moriríamos, valga la obviedad).

Algo muy llamativo en este tema es el esfuerzo que hacemos para negar su existencia.

Está generalizada la opinión de que las necesidades y deseos (sensaciones de vacío, huecos vitales, constatación de cuán incompletos somos) son negativas, molestas, enemigas, olvidables, ocultables, combatibles, asesinas, eliminables.

Y es cierto: porque nos provocan esas reacciones de enérgico rechazo es que nos aportan el estímulo imprescindible para seguir viviendo.

Lo que hoy me pregunto para ir terminando, es si la inversión de valores que demostramos en nuestra especie, descalificando al sexo más valioso para la única misión que tenemos (conservar la especie), no obedecerá a que ellas tienen vagina y útero: símbolos perfectos de hueco, vacío, faltante.

(1) El rapto saludable

La complejidad simplificada

(2) Huelga de vagos por tiempo indeterminado

El paradójico negocio de ayudar

La vida es placentera gracias a la placenta

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